La respiración bucal es cada vez más frecuente entre grandes y pequeños, posiblemente debido al aumento de la rinitis y otros factores. Sin embargo, con un abordaje adecuado y multidisciplinario, es posible corregir este mal hábito y mejorar la salud y el desarrollo de las personas afectadas.
Esta práctica puede tener diversos efectos negativos en la salud y el desarrollo de las personas, por lo que es importante identificar la causa y seguir un tratamiento multidisciplinario para corregirlo.
¿Qué diferencia hay entre respirar por la nariz y la boca?
Según Christian Calvo, miembro de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, la respiración por la nariz cumple funciones que la boca no puede realizar. La nariz se encarga de limpiar, calentar y humidificar el aire antes de que llegue a los pulmones, siendo beneficioso para pacientes con enfermedades pulmonares como el asma.
Además de estas funciones, la nariz actúa como un filtro para defender al organismo de agentes irritantes y microbios, disminuyendo los procesos infecciosos. Por ello, respirar por la boca puede aumentar el riesgo de infecciones y problemas de salud.
¿Cuáles son las consecuencias de respirar por la boca?
Existen diversas causas por las cuales las personas respiran por la boca, siendo una de las más comunes la obstrucción nasal debido al aumento de las adenoides (vegetaciones) en los primeros años de vida. Otras causas menos frecuentes incluyen el desvío del tabique nasal o el tamaño pequeño de las fosas nasales.
Las consecuencias de la respiración por la boca también se reflejan en la disminución de la saliva, lo que puede causar mal aliento y aumentar el riesgo de caries. Asimismo, puede afectar el sueño de los niños, causando cansancio matutino, irritabilidad y dificultad de atención, lo que perjudica su rendimiento escolar. Adicionalmente, la respiración bucal empeora la postura corporal.
Es importante detectar si un niño respira correctamente y en caso contrario, acudir al pediatra para una evaluación. Existen tratamientos eficaces que implican la intervención de diversos profesionales, como médicos de familia, pediatras, otorrinolaringólogos, logopedas y odontólogos.
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