Correr grandes distancias cada semana pero alimentarse regularmente de comida rápida puede parecer la combinación perfecta para mantenerse en forma. Sin embargo, según expertos el ejercicio no puede revertir por completo los efectos de una mala dieta.
Hacer ejercicio para estar saludable por fuera pero sin estar sano por dentro
Cuando una persona parece delgada pero tiene un alto porcentaje de grasa corporal, se le conoce como "flaco gordo", un término no oficial utilizado en las redes sociales.
Por más que alguien sea asiduo al gimnasio y tenga poca grasa subcutánea, es decir, aquella que se encuentra justo debajo de la piel y es fácil de pellizcar, podría tener una acumulación de grasa visceral, la cual es más peligrosa y envuelve los órganos.
El Dr. Colin Carriker, fisiólogo del ejercicio y profesor asociado de Salud y Rendimiento Humano de la Universidad de High Point en Carolina del Norte, advierte sobre los riesgos de la acumulación de grasa visceral.Esta acumulación, causada por una alimentación rica en azúcar, sal y carbohidratos procesados, puede llevar a enfermedades como la aterosclerosis, que obstruye las arterias y aumenta el riesgo de sufrir un infarto de miocardio y un derrame cerebral.
Además, un estudio reveló que las personas que hacen ejercicio regularmente pero siguen una dieta poco saludable tienen un mayor riesgo de mortalidad prematura en comparación con aquellos que mantienen una dieta balanceada.
La cominación de ejercicio y una dieta saludable y equilibrada
Si bien el ejercicio es clave para perder peso, se debe tener en cuenta el déficit calórico, es decir, quemar más calorías de las que se consumen. Sin embargo, consumir regularmente alimentos grasos y ricos en calorías dificulta este objetivo.
Consumir calorías en exceso requiere de un esfuerzo físico mayor, y mantener este estilo de vida a largo plazo resulta ineficiente.
Expertos en nutrición destacan la importancia de una buena alimentación para complementar el ejercicio. Consumir alimentos procesados, como las gaseosas y los dulces, que carecen de nutrientes esenciales como vitaminas, proteínas y fibra, dificulta la sensación de saciedad y puede afectar el estado de ánimo y la motivación para hacer ejercicio.
Asimismo, una alimentación basada en comida rápida dificulta un entrenamiento productivo. Los alimentos grasos pueden proporcionar un impulso temporal de energía, pero no serán suficientes para mantener una sesión de entrenamiento larga o de alta intensidad, lo que puede generar fatiga. Además, las calorías vacías que no se queman se convierten en grasa.
Por otro lado, el tipo de entrenamiento también puede ser afectado por una mala alimentación. Aunque las personas que realizan ejercicio de fuerza queman más calorías que aquellas que se enfocan en el cardio, una mala alimentación dificulta la construcción de masa muscular y la recuperación después de un entrenamiento intenso.
En resumen, mantener una buena dieta es fundamental para tener una vida saludable y complementar los beneficios del ejercicio. Si bien no se trata de eliminar completamente los alimentos que se disfrutan, es importante cambiar la perspectiva y verlos como una forma de energía adecuada para el cuerpo.