El hábito de morderse las uñas, conocido como onicofagia, puede tener consecuencias negativas en la salud física, estética y emocional. Este comportamiento compulsivo, que afecta principalmente a niños y adolescentes, puede estar relacionado con el estrés, la ansiedad, la timidez y el miedo.
¿Qué es la onicofagia o el hábito de morderse las uñas?
Según expertos en psicología, la onicofagia es considerada un trastorno de tipo obsesivo compulsivo, vinculado a la ansiedad incontrolable. Las personas que lo padecen suelen recurrir a este hábito como una forma de calmar sus emociones, sin ser conscientes de que están realizándolo.
Los efectos de morderse las uñas pueden ser tanto físicos como emocionales. A nivel físico, puede causar sangrado, infecciones, deformación de los dedos y los dientes, e incluso la pérdida de las uñas. Estos daños también afectan a la imagen de la persona, generando frustración y baja autoestima.
Desde el punto de vista de la salud, morderse las uñas puede llevar a la aparición de bacterias, hongos y virus, así como a la modificación de la forma de las uñas. Incluso puede afectar a las encías y provocar la reabsorción de la raíz del diente.
Técnicas para dejar de morderse las uñas
Existen diferentes métodos para tratar la onicofagia, como técnicas de relajación, creación de hábitos más saludables, gestión de emociones y terapia del comportamiento cognitivo. En casos más graves, se puede recurrir al uso de psicofármacos.
Este trastorno afecta aproximadamente al 30% de los niños de entre 5 y 10 años, cifra que aumenta al 50% en la adolescencia. Aunque disminuye en la edad adulta, alrededor del 15% de las personas aún mantiene este hábito.
Es importante concienciar sobre los peligros y las consecuencias de morderse las uñas, buscando soluciones y tratamientos adecuados. Superar la onicofagia no solo mejora la estética, sino también la salud y el bienestar emocional de las personas afectadas.
