El queso, considerado un alimento de gran importancia para los fenicios y griegos, ha dejado una huella en la cultura culinaria. Los romanos contribuyeron al desarrollo tecnológico en la producción de queso y su legado lingüístico perdura hasta hoy. La palabra "caseus" en latín, raíz etimológica de la palabra en español, nos invita a disfrutar de este delicioso alimento.
Sin embargo, el queso también presenta aspectos nutricionales que deben ser considerados. Su alto contenido calórico, grasas, colesterol y sodio debido a la sal, pueden limitar su consumo diario.
¿Qué tan perjudicial es comer queso todos los días?
El contenido de calorías y colesterol varía según el tipo de queso y su contenido graso. Mientras los quesos frescos tienen un contenido bajo, los quesos curados pueden llegar a tener hasta un 30% de grasa. Además, las grasas lácteas tienen un alto índice de grasas saturadas, más que las insaturadas, lo cual puede tener un impacto menos favorable en nuestra salud en comparación con otras fuentes de proteína.
A pesar de estos datos que confirman que su consumo en exceso puede ser perjudicial, expertos señalan que una una porción diaria moderada de queso madurado o queso fresco puede proporcionar proteínas, calcio, cinc, vitaminas A, B2, B12 y ácido fólico, contribuyendo así a nuestro equilibrio nutricional y salud.
¿Es malo comer queso todos los días?
El consumo excesivo de sal en la elaboración de quesos también debe ser tenido en cuenta en la prevención de la hipertensión arterial.
Adicionalmente, para aquellas personas con intolerancia a la lactosa, este derivado puede ser una importante fuente de calcio, ya que el contenido del azúcar presente en la leche es mínimo.
Siempre y cuando se consuma moderadamente, incluir el queso en la dieta diaria puede ser beneficioso en distintas etapas de la vida, como la infancia, adolescencia, embarazo o durante la lactancia, donde se requieren mayores cantidades de calcio.
En definitiva, el consumo diario de queso puede ser adecuado para personas con buena salud, no obstante, es fundamental tener en cuenta la relación entre grasas saturadas e insaturadas y se limite la ingesta excesiva de colesterol y sodio.
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