En muchas ocasiones empleamos la frase "estar en la flor de la vida" al referirnos a la edad, al crecimiento o al envejecimiento. Con ella tratamos de restarle importancia al miedo que esto puede provocarnos, ya que implica que no existe edad para nada, que los años y el tiempo son algo positivo y que la felicidad siempre es posible.
¿A qué edad somos más felices?
Esta frase es igualmente aplicable para alguien de 15, 25, 40 o 70 años. ¿Acaso no puede ser cualquier momento el mejor? Sin duda, como seres humanos, somos conscientes de nuestra propia muerte desde muy temprana edad, casi tan pronto como somos conscientes de estar vivos. Sin embargo, acercarse a ella también significa vivir, al fin y al cabo, estar experimentando la vida.
En este complejo juego de la realidad de la vida, ¿existe una edad más feliz que otra? ¿Podemos establecer algún patrón al respecto, alguna tendencia? Un nuevo estudio nos brinda algunas respuestas y posibilidades al respecto.
¿El bienestar de la edad es subjetivo?
Susanne Bücker, una de las principales autoras, explica que se centraron en "los cambios en tres componentes centrales del bienestar subjetivo: la satisfacción con la vida, los estados emocionales positivos y los estados emocionales negativos".
La satisfacción con la vida disminuía entre los 9 y los 16 años, pero luego comenzaba a aumentar lentamente hasta los 70 años.
Los resultados finales mostraron que la satisfacción con la vida disminuía entre los 9 y los 16 años, pero luego comenzaba a aumentar, aunque lentamente, hasta los 70 años. Posteriormente, volvía a disminuir hasta los 96 años. En cuanto a los estados emocionales positivos, mostraron una disminución general desde los 9 hasta los 94 años. Sin embargo, los estados emocionales negativos fluctuaron a lo largo de la vida: se mantuvieron estables entre los 9 y los 22 años, disminuyeron hasta los 60 años y luego volvieron a aumentar.
"En general, el estudio mostró una tendencia positiva a lo largo de un amplio período de tiempo", resume Bücker. Los investigadores atribuyen el ligero descenso de la satisfacción con la vida entre los 9 y los 16 años a los cambios hormonales, así como a los cambios que ocurren en esta etapa en términos de vida social.
De manera similar, al final de la edad adulta, todos los componentes del bienestar subjetivo tienden a empeorar nuevamente. "Esto podría deberse a que en las personas mayores el rendimiento físico disminuye, la salud a menudo se deteriora y las relaciones sociales comienzan a reducirse", sostiene la investigadora.
Basándose en estos resultados, el estudio destaca la necesidad de considerar y promover el bienestar subjetivo con sus diversos componentes a lo largo de la vida. De hecho, sus hallazgos abren las puertas para la orientación necesaria en el desarrollo de programas de intervención, especialmente aquellos destinados a mantener o mejorar el bienestar subjetivo en las primeras y últimas etapas de la vida.
