El sonrojo es una experiencia universal que afecta a todos los seres humanos, pero hasta ahora no se ha encontrado una explicación científica precisa sobre por qué tenemos esta capacidad de ruborizarnos.
Según el profesor Frans de Waal, biólogo de la Universidad de Emory en Atlanta, el sonrojo es una de las características más desconcertantes en la teoría de la selección natural. Aunque existe la capacidad de cambio de color en otras especies, como los calamares en situaciones de estrés, los humanos somos los únicos que cambiamos de color como una expresión.
De acuerdo con De Waal, el sonrojo podría ser una señal que muestra nuestra conciencia sobre el impacto de nuestras acciones y nuestra preocupación por la cooperación y la honestidad con los demás. Es posible que esta respuesta social haya evolucionado en nuestros antepasados y se haya vuelto atractiva para posibles parejas.
El sonrojo es una expresión que no se ha encontrado en otras especies
El científico señala que Charles Darwin fue el primero en notar esta característica única en los humanos. Aunque nuestras expresiones faciales son similares a las de otros primates, el sonrojo es una expresión que no se ha encontrado en otras especies.
Cuando nos sonrojamos, los vasos sanguíneos en nuestra piel se dilatan, permitiendo un aumento del flujo sanguíneo y dando lugar al color rojo en el rostro. Aunque puede ser difícil de detectar en primates con rostros cubiertos de vello, los científicos no han encontrado evidencia de que esta expresión exista en otros primates.
¿Por qué nos ruborizamos? Un enigma sin resolver
De Waal sugiere que el sonrojo es una característica distintiva de los seres humanos para mostrar nuestra honestidad. Así como especuló Darwin, el sonrojo puede ser una señal de la evolución humana como especie colaborativa en comparación con otros animales.
Aunque aún persiste el misterio sobre el por qué nos sonrojamos, esta teoría de la honestidad y la conciencia social propuesta por De Waal contribuye a una mayor comprensión de esta característica única en los humanos. La búsqueda de respuestas continúa y la teoría darwiniana enfrenta el desafío de explicar este enigma.
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