El Día del Niño se convirtió en una jornada inolvidable para los pequeños guerreros que enfrentan el cáncer en el Hospital HOMI, gracias a la iniciativa "Lo que nos mueve", liderada por el estudio de baile Matumbé y la Fundación Lalma.
La celebración, llena de música, alegría y esperanza, demostró una vez más el poder sanador del arte en los momentos más difíciles.
En medio de la dura batalla contra el cáncer, proporcionar momentos de felicidad y distracción es crucial para los niños en tratamiento. La música y el baile no solo son formas de entretenimiento, sino también poderosas herramientas terapéuticas.
Diversos estudios han confirmado el impacto positivo de estas actividades en la recuperación emocional y física de los pacientes pediátricos oncológicos. En esta ocasión, la música y el baile transformaron la rutina hospitalaria en una explosión de felicidad y esperanza.
Embajadores de la alegría: un día para recordar
La jornada fue aún más especial gracias a la presencia de varios embajadores destacados que aportaron su energía y cariño. Entre ellos se encontraban Dilan Aponte y Kevin Ortiz; July Habib, periodista y presentadora de RCN; Daniela Sarria, actriz reconocida por sus producciones en Netflix; y Melissa Cure, la Reina del Carnaval de Barranquilla 2024.
Su apoyo y participación crearon momentos inolvidables para los niños y sus familias. Estos embajadores no solo llevaron alegría, sino que también inspiraron a los pequeños pacientes con sus historias y palabras de aliento.
Un compromiso con la esperanza y la curación
La importancia de este evento trasciende la celebración del Día del Niño. Lalma y Matumbé, junto con sus embajadores, han demostrado un compromiso profundo con el bienestar emocional y la fortaleza de estos niños en su camino hacia la curación.
La música y el baile, utilizados como herramientas terapéuticas, ayudan a mejorar el estado de ánimo, reducir el estrés y fomentar la resiliencia, elementos cruciales en el tratamiento oncológico.
"Lo que nos mueve" no solo celebró la vida y la alegría, sino que también subrayó la necesidad de integrar actividades artísticas en los programas de apoyo a pacientes con cáncer.
Esta iniciativa es un testimonio del poder del arte para transformar vidas, ofrecer consuelo y renovar la esperanza en los momentos más oscuros. La música y el baile se convirtieron en un puente de conexión y amor, brindando a estos niños una razón para sonreír y seguir adelante.
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