La Navidad y el Año Nuevo se caracterizan, entre muchas otras cosas, por ser festividades en las que las personas buscan motivos y se llenan de esperanza de cara a un futuro incierto, pero del cual se espera, les favorezca en cada uno de los aspectos de la vida.
Los distintos países manejan sus propias tradiciones y algunos, seguidores y amantes de los agüeros, no tardan en poner cada uno de ellos, en práctica. Sin embargo, existe uno de ellos que es el mismo en toda Latinoamérica o por lo menos, en gran parte de ella. Se trata de quemar el "año viejo".
Esta tradición, común a casi todos los países de la región, se materializa dotando a un muñeco con ropa vieja, cartones, todo tipo de elementos de plástico, artículos que ya no se usan y en definitiva, cosas inútiles que representen lo que queda atrás. Por supuesto, la pirotecnia en su interior es vital o, en su defecto, se quemará con fuego después de arreglar el muñeco.
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Otros más prácticos y modernos, compran un muñeco ya listo para ser destruido por sus dueños. Varias de las representaciones tienen la imagen de presidentes, deportistas, políticos, artistas o cualquier tipo de figura pública.
¿De dónde viene la quema del 'año viejo'?
Según Odi González, profesor de estudio latinoamericanos y andinos de la Universidad de Nueva York, esta tradición tiene arraigo y sus inicios se dieron en Ecuador como resultado del mestizaje, la mezcla racial y gracias a detalles propios de la cultura de indígenas y españoles.
Como respuesta a antiguos rituales europeos que se practicaban con los romanos con sus saturnales o los vascos con el Olentzero, los indígenas armaban sus muñecos con ropa usada y buscaban que tuvieran fisionomía europea con ojos azules y cabello rubio.
Expertos aseguran que en Ecuador existen registros que demuestran que anteriormente se quemaba al "señor feudal" en distintos encuentros sociales de diciembre, pero también de otros meses del año.
Fue en ese país hasta después del S. XIX que en ciudades como Guayaquil y Quito se comenzaron a quemar los muñecos en el contexto de las celebraciones católicas, comenzando el 28 de diciembre (día de los inocentes) hasta el 6 de enero (día de Reyes).
En Colombia
En nuestro país las personas suelen llenar el muñeco de aserrín o de todo tipo de papel y se ubica posteriormente en los exteriores de las viviendas. El muñeco está sentado en una silla con una botella de licor, representando esos malos hábitos y malas costumbres que deben quedar atrás con la llegada del Año Nuevo.
